La Memoria del Barro recoge un puñado de canciones que resultan en un recital de kilómetro cero: cercano, sincero, apegado a la tierra y con mucha rebeldía. En este momento en que nos encontramos, teniendo a nuestra disposición la mayor cantidad de información de la historia de la humanidad, las historias esenciales, las que merecen la pena ser contadas, se diluyen ante la dictadura de lo urgente y lo banal.

Es por eso que invoco a la Memoria del Barro para tratar de recuperar algunas de esas historias: resucitarlas para devolverlas al imaginario colectivo, tal y como hacían los viejos trovadores. La lucha de las mujeres en la Castilla del siglo XIX, el desastroso final del municipio de Riaño en 1987, la resistencia de los Maquis en la posguerra, las ideas por las que merece la pena luchar como semillas que resisten al invierno, los paisajes forjados al paso de la mesta, el campesinado, la música tradicional, el aire sanador de las montañas o el pueblo como lugar de encuentro con la familia que ya no está aquí.